Comentario
Mansart sigue claramente a Salomon de Brosse en el gusto por los volúmenes definidos y por los detalles clásicos, aunque los emplea con una mayor pureza. Sin embargo, una de las notas más características de este arquitecto y que le diferencia de sus contemporáneos, es que supo concebir los edificios de una manera uniforme en todo su conjunto y no como una serie de fachadas inconexas.Estas ideas se manifiestan, por ejemplo, en sus palacios de Berny (1623), Balleroy (1626) y el ala de Orleans en el palacio de Blois (1635-1638). En ellos aparecen los pabellones principales estructurados sin alas, aunque realmente las tengan implícitas, y con una clara definición de los diferentes volúmenes que componen el conjunto. Para destacar la entrada dispuso en el centro del corps de logis un frontispicio en ressaut, que aunque ya había sido empleado con anterioridad, ahora lo hacía con una mayor perfección en su definición volumétrica. Con la misma idea de remarcar la entrada se dispusieron en Berny y en Blois unas columnatas curvas uniendo el corps de logis con las alas laterales, de forma semejante a la que había utilizado Salomon de Brosse en Coulommiers y que parecen orientar, o conducir al visitante, casi como si a través de un embudo se tratara, desde el patio hacia la puerta de entrada al edificio.Pero la obra cumbre entre los palacios construidos por François Mansart es el de Maisons-Lafitte, que fue levantado entre 1642 y 1646 para René de Longueil, Président de Maisons. En este edificio aparecen perfectamente ligados los diferentes pabellones y se aprecia de una manera significativa cómo Mansart entiende la arquitectura como un conjunto unitario.Por otra parte, el bloque del edificio se estructuró con un corps de logis, en cuya fachada delantera arrancan dos pequeñas alas que simbólicamente acogen al visitante en el patio de entrada. De manera diferente, la fachada posterior asoma a los jardines sin alas salientes y destaca por su forma plana, lo cual habría que interpretarlo como algo propio de la evolución del palacio barroco francés.Este se sitúa entre dos espacios o dos mundos diferenciados, que se conciben más como opuestos que como complementarios. La parte anterior se asoma a un patio donde se recibe al visitante y donde de forma gráfica el mismo edificio le acoge o abraza mediante las alas salientes del corps de logis; éste es el mundo exterior, un mundo artificial hecho por el hombre. Desde ahí se entra en el edificio, en el ámbito en el que el hombre habita y se cobija, es la habitación humana. Por detrás del edificio está ya el mundo natural representado por el jardín, un mundo cada vez más apreciado frente a la vida civilizada, idea que tendrá su más álgido momento en el siglo XVIII, por lo que se percibe en los palacios una paulatina evolución para integrar, o hasta casi fundir, el edificio en el jardín, la habitación humana en la naturaleza.Así en Maisons-Lafitte, una persona que saliera por la parte posterior del palacio se vería inmerso en la extensión del jardín, y en definitiva de la naturaleza, pues no se sentiría amparado por unas alas que sobresalieran del edificio como ocurría en otros ejemplos.